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Mostrando entradas de 2013

El Maquis

Los pies aguardan enterrados en esta humedad inclemente. La gorra vieja, ya de un color imperceptible y que apenas cubre mi cabeza, salpica de arroyos mi rostro. Aún conservo la única blusa de los domingos que a jirones ha ido destapando brazos y espalda. Mi pecho, despellejado por las enconadas astas, arde a la costumbre de la intemperie. Hoy siento el estómago amargo y atrofiado, vacío de bayas y raíces, mientras espero escondida en un inútil silencio bajo esta obstinada lluvia fronteriza. Soy guardián del fuego en un mundo extinto. Ya fue... fue el final de la guerra, el final..., hace tiempo..., hace mucho... Fue el hastío en sus ojos,  la mirada, el  fugaz y nervioso desvío, la derrota en la frente... mi compañero... Fue entonces cuando se perdió, es ahora cuando lo  recuerdo. Tarde, sí, tarde. Hoy por fin comprendo..., lo entiendo todo..., fue hace tiempo... Necesito excusarme en el arrebato de la confusión; puse manos a mis ojos, arropé mis oídos rotos por el estallido del

Su derecho

Muy Sra. Mía,  Le escribo para comunicarle, que tiene usted derecho,... ¿he dicho derecho?, deber, quiero decir deber..., a guardar silencio, ya que cualquier cosa que diga, cualquier palabra que quede posada ya sea por descuido y aún por un tiempo mínimo en sus labios buscando salida (sea esta celebrada o no), podrá ser...,¿he dicho podrá?, de hecho quería decir, será (no con cierta probabilidad como un uno frente a una decena, sino con la mayor certeza; un uno frente a un uno), utilizada en su contra.  Entienda que no le leo sus derechos (que usted ya debería conocer), por el sencillo hecho de informar, simplemente le insto a ello por mostrar la deferencia debida hacia otro ser humano... (como usted pretende ser aún), tal es mi carácter. De otro modo (y es así como será, porque así deben ser las cosas) usted pasará a formar parte (como cada quién, por una cuestión de orden y justicia y no son posibles las excepciones en estos casos), de la suma de útiles de entrenamient

Frágil

Algo se quebró. Hubo un fuerte estallido; exagerado, demencial, incongruente con la frágil rama que pisamos y que cedió con insólita violencia vencida por aquel estrepitoso silencio. El suave sonido que cabía esperar de un tallo tierno se tornó desmedido, empezó a elevarse con furia, arañando sin control las paredes de nuestra urna, esa envoltura de humo y miedo que habíamos construido al escondernos. La rama quebrada no entendió las palabras que ya no sabíamos encontrar. Los confines de aquel espacio, se mostraron perfectos en la acústica del dolor. La mezcla evanescente que hasta aquel instante era sombra apacible, mudó de pronto en una materia nueva, de la factura de un cristal fino, firme y sonoro, perfectamente envolvente, sin fisuras que permitieran dejar escapar el más penetrante grito. No lo esperábamos, no era el fin para el que lo creamos. ¿Cómo pudo suceder? Quiero, quiero creer... quiero creer en algún día..., otro (el día que aún no existe), el día en que pod

Tinta

Hay a quien aterra la hoja en blanco... Negra como el ala de un cuervo... Negra es la incertidumbre, espesa y negra la tinta de esa ingente maraña que se arremolina y vuela errante entre las curvas alteradas de mi cerebro confundiendo mi cordura. Letras de noche, bestial y demente la pesadilla que fluye incontenible con aquello que no se puede sujetar. Mudas y sucias historias informes desbordan a borbotones el hueco infinito; pluma oscura que no consigue cerrar los pesados parpados del día. La amable locura se agolpa ingenua. Sin duda, lo conocido, el espectro del insondable océano de monstruos, es lo que debo aprender a ahuyentar. Sí, quizá entonces yo también tema la hoja en blanco, será ese el día en que vuelen ligeras mis pesadas extremidades cargadas de espesa tinta. Habrá llegado el ligero día con rumor de sábanas blancas que, lentas, se deslicen y arropen las limpias líneas cursivas que pueda temer no hallar.

Todo parecido con la ficción es pura coincidencia

Si escucharas a la bestia... No entiendo de qué me estás hablando, no sé si aún arrastras frases con sentido o sólo reverberan tus palabras rebotando asustadas en las elásticas paredes de mi cuarto. Algo sobre el miedo y la imposibilidad de mantener en calma mi mente, de poderla guardar en un lugar seguro y conocido. Algo de eso entiendo, sí, de verdad lo entiendo, aunque en este momento sólo puedo fijar mi atención en el lugar donde siento, el lugar llamado Tus dedos. De verdad, intento seguir el hilo de tu pensamiento, permanecer aquí y no distraerme. Puede que me hables a mí o quizá sean excusas y, no sé si me importa pero, también siento que me voy una y otra vez distraída tras tu huella, esa pluma grabada de líneas curvas que se cruzan me encontró hace tiempo. Tu índice relajado alrededor de mi ombligo peina a contrapelo, rozando apenas (sé que con fingido descuido) mi piel. Tienes que saber que ha sido él quien ha hecho que se dispare mi pulso y ahora me arrastra a un l

Hoy ya es ayer

Hoy, casi treinta años después de conocerte, veinte años y cuarenta y seis días después de jurarte y no cumplir, de ser la más infame cobarde... Hoy, por encargo, te recuerdo. Hace ya un mes y quince días que enterré tu memoria junto al tocón de un árbol muerto y me picaron las hormigas; y ahora, atropellada, un jueves cualquiera de noviembre, hago un ejercicio por ver si te amo. No es que haya vuelto a las andadas, no te asustes, sólo quiero ejercitar los dedos. Y sí, recordando tu pelo, mis manos quieren perderse. Y, maldita sea, si imagino tu sonrisa, aún hoy, de día y de pronto, oscurece. Y me vuelvo vértigo, y tropiezo. Espera, tengo que parar para tomar aliento, para seguir recordando y que no desaparezca la pantalla tras el humo, ese humo tan antiguo y que sólo está en mis ojos. Pero he progresado mucho en estos últimos días, no creas . Me voy decorando la vida, y si consigo no extraviarme, creo que en poco tiempo te contaría que está preciosa. He amueblado el sal

Hay una sombra

Hay una sombra. Una larga sombra que por fin he conseguido vencer. Negra o gris, dependiendo del día... Acostumbraba a agarrarme del pie, me hacía tropezar muchas veces, incluso podía llegar a hacerme caer y rozarme las rodillas. Peleaba, pobrecilla, por la rabia de saberse perdedora; estaba bien jodida luchando conmigo y eso no podía olvidarlo. Hace poco la tumbé, ¡Zas! Ese día me había cabreado de lo lindo. Paciente, la había dejado estar; le daba un poco de cancha a veces, pero aquél día fue demasiado... Se puso delante de mi, como lanzada por un sol que ha decidido guardarse rápido por el horizonte; larga, altiva y desafiante. Llegó por detrás y como cazadora furtiva me emboscó, para cortarme el paso. Fue todo muy rápido. Quedé inmóvil y no dio lugar a salida alguna, por que lo oscureció todo; apagó el camino, cerro mis parpados, y paralizó mi nervio óptico hasta lo más profundo, incluso el sonido quedó extinguido, dejando solo de fondo tambores que hacían temblar el

El ángel exterminador

Cabía esperar mucho tequila, lenguas inflamadas tratando de farfullar lo mejor y lo peor de estos últimos años. Cabía esperar risas entrecruzadas con lugares comunes, teoría y consejos gratis de lo que espera al siguiente al que le den o se atreva a dar el paso a las camisas arrugadas y la nevera inhóspita. Cabía esperar bromas de buen y mal gusto, babeos compulsivos; muy bajo control al movimiento hipnótico y preciso de un incitante trasero profesional. Gallos en un corral exhibiendo plumaje, eso es lo que hoy cabía esperar. Pero a veces uno no espera y sucede algo que acecha agazapado, algo cierto. A veces sólo un día más es suficiente, y una decisión menos bastaría. Otro aburrido día más sería suficiente para no ver la  farsa dramática y definitiva que María me guardaba para mojar tem prano en el café, esa demencial mascarada, empapada en el confín de una lágrima trémula que no dejó caer y aún vibra, salada y sola, columpiándose en el simulacro.  Sól o un maldito día más en

Algunos muertos viven en paradero conocido

Recuerdo una vez que no fui a Nueva York. No fui con él. No fui entonces y después, nunca se sabe. Cuando no fui a Nueva York, yo era "importante" en una empresa internacional de la gran telaraña y estaba llena de entusiasmo. Era parecida a como soy hoy (sólo la mitad de parecida) y "pertenecía": formaba parte de "El equipo de lanzamiento". Entonces yo parecía muy inocente, aunque no tanto como para creerlo muy en serio. Era simpática e imprescindible como un pegamento transparente de secado rápido, tan imprescindible como la tapa del piano que puede caerte en cualquier momento mientras practicas. Nunca se sabe. Todo era emocionante entonces, casi onírico, una esclavitud perfecta y planetaria tras ganar un poker llamado proceso de selección. Era una esclava que movía el aire por los pasillos y eso creo que sí lo sabía. No tenía nada que perder. Nada era tan poco, que temía perderlo todo. Yo tenía aquello en aquel momento y aquello era todo. Parec

Sueño un spray

Yo y tú (yo primero, ¿has visto?). Tú, como última opción: un desecho cósmico (¿ves?¡Cósmico!). Yo, soñé que te pulverizaba. Una fantástica máquina invisible te dejaba reducido a polvo. "Polvo eres..." en el último momento me arrepentí y no hice un mal chiste... Tú como un spray perfecto de ti... Perfecto: sin olor, sin color, puro carbono, sin huella, polvo en suspensión, absolutamente suspendido. Tu mejor versión. Y yo moviendo mis ojos cerrados muy deprisa, en esa fase del sueño de todo lo posible, te pulverizaba en un acto poético e incruento (mis pestañas eran preciosas, postizas y negras como el ala de un cuervo (raven, no crow). Cierzo y Tramontana acudieron soplando; te llevaron lejos, tan lejos... Llegaste muy rápido, tan rápido a orbitar... En la misma órbita (lo siento) de la basura cósmica. ...Y mis sueños, sueños son. Son míos (pero te los dejo). Fin.

Incondicionales

Un día le encontré allí escondido; dijo que nunca más saldría. Él cumple sus promesas. Siempre he creído de principio a fin cualquier cosa que me ha dicho. Nunca, jamás, miente.Toda la vida he sentido la seguridad de saber a qué atenerme, por él. El mismo día en que yo, como los otros niños de mi edad, juré acercarme más a Dios; dijo que sacaría los ojos a todas mis muñecas. Afortunadamente, yo sólo tenía dos nenas rubias muy formales; unas silenciosas e inmóviles gemelas. Mis "rubitas", que lucían sendos vestidos del color del cielo, de una semejanza terminante a su cristalina, indefinida e inalterable mirada. Él siempre cumple sus promesas. El tesoro de esas cuatro canicas azules fue suyo; esos dos pares de redonditas e inertes bolas cayeron sin otra posibilidad que la de rodar.Terminó rápido con la cirugía, dejándome un hospital de invidentes crónicas que olvidar en mi armario de juguetes. Mi peor pesadilla y no la última, sucedió una larga, intranquila y oscura n

Días de Septiembre

Hay días de Septiembre que hay que dejar pasar, días en que eres un cobarde que estrelló su futuro, arrugado, al fondo de la papelera. Hay días de Septiembre en que el aire se arma en pesadas esferas de mercurio y el suelo se descompone como una volátil alfombra virtual. Hay días de Septiembre en que la realidad es un nítido horizonte que se aleja, con una frecuencia hipnótica, constante, obsesiva; un silencioso tsunami que sin prisa y sin drama, aniquila impasible la orilla. Hay días en Septiembre como cicatrices atróficas, tumefactas, que se fijan con imán a la retina; días en que la última solución te aprieta el cuello.

Despeinado o buscando caballos.

Desprovista; de cosas comunes, útiles. Absolutamente desprovista de lo habitual.  ¿Los caballos? Por algún sitio hay que empezar... Una iluminación, como Elling, una iluminación como tantas otras. Iluminaciones pequeñas, centellas, pequeñas chispas, el progreso, el posible, el único, el propio; el spin que ahí está, se revela o no. Esto era todo. ¡Joder! Despeinado y la escuela del riesgo, los "Dangerous". Despeinado me da la mano, me tira migas en el camino como a una niña perdida. Perdida no, querida; un yo lejano, para que no se pierda. Me lleva despacio. Yo también nací despeinada, supongo que calva, pero despeinada. Despeinado no es sólo gracioso, no sólo; es Único. No está, es: Despeinado. Atardeceres... Rutinas felices, andando y corriendo. Sola. Vuelta uno: único, está todo contenido ahí. La belleza; la clave de todo, yo no soy capaz de descifrarlo. ¿A quién le importa? A veces, ni a mí me importa.   Vuelta dos: tras muchos pasos, contando c