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Su derecho

Muy Sra. Mía, 

Le escribo para comunicarle, que tiene usted derecho,... ¿he dicho derecho?, deber, quiero decir deber..., a guardar silencio, ya que cualquier cosa que diga, cualquier palabra que quede posada ya sea por descuido y aún por un tiempo mínimo en sus labios buscando salida (sea esta celebrada o no), podrá ser...,¿he dicho podrá?, de hecho quería decir, será (no con cierta probabilidad como un uno frente a una decena, sino con la mayor certeza; un uno frente a un uno), utilizada en su contra. 

Entienda que no le leo sus derechos (que usted ya debería conocer), por el sencillo hecho de informar, simplemente le insto a ello por mostrar la deferencia debida hacia otro ser humano... (como usted pretende ser aún), tal es mi carácter.


De otro modo (y es así como será, porque así deben ser las cosas) usted pasará a formar parte (como cada quién, por una cuestión de orden y justicia y no son posibles las excepciones en estos casos), de la suma de útiles de entrenamiento del gimnasio de su barrio: para más señas su posición será la de saco de entrenamiento de nuestros avezados púgiles.

Atentamente o cumplidamente, (está usted en posición y derecho, esto sí, de elegir adverbio)


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Tinta

Hay a quien aterra la hoja en blanco... Negra como el ala de un cuervo... Negra es la incertidumbre, espesa y negra la tinta de esa ingente maraña que se arremolina y vuela errante entre las curvas alteradas de mi cerebro confundiendo mi cordura. Letras de noche, bestial y demente la pesadilla que fluye incontenible con aquello que no se puede sujetar. Mudas y sucias historias informes desbordan a borbotones el hueco infinito; pluma oscura que no consigue cerrar los pesados parpados del día. La amable locura se agolpa ingenua. Sin duda, lo conocido, el espectro del insondable océano de monstruos, es lo que debo aprender a ahuyentar. Sí, quizá entonces yo también tema la hoja en blanco, será ese el día en que vuelen ligeras mis pesadas extremidades cargadas de espesa tinta. Habrá llegado el ligero día con rumor de sábanas blancas que, lentas, se deslicen y arropen las limpias líneas cursivas que pueda temer no hallar.

Todo parecido con la ficción es pura coincidencia

Si escucharas a la bestia... No entiendo de qué me estás hablando, no sé si aún arrastras frases con sentido o sólo reverberan tus palabras rebotando asustadas en las elásticas paredes de mi cuarto. Algo sobre el miedo y la imposibilidad de mantener en calma mi mente, de poderla guardar en un lugar seguro y conocido. Algo de eso entiendo, sí, de verdad lo entiendo, aunque en este momento sólo puedo fijar mi atención en el lugar donde siento, el lugar llamado Tus dedos. De verdad, intento seguir el hilo de tu pensamiento, permanecer aquí y no distraerme. Puede que me hables a mí o quizá sean excusas y, no sé si me importa pero, también siento que me voy una y otra vez distraída tras tu huella, esa pluma grabada de líneas curvas que se cruzan me encontró hace tiempo. Tu índice relajado alrededor de mi ombligo peina a contrapelo, rozando apenas (sé que con fingido descuido) mi piel. Tienes que saber que ha sido él quien ha hecho que se dispare mi pulso y ahora me arrastra a un l