Los pies aguardan enterrados en esta humedad inclemente. La gorra vieja, ya de un color imperceptible y que apenas cubre mi cabeza, salpica de arroyos mi rostro. Aún conservo la única blusa de los domingos que a jirones ha ido destapando brazos y espalda. Mi pecho, despellejado por las enconadas astas, arde a la costumbre de la intemperie. Hoy siento el estómago amargo y atrofiado, vacío de bayas y raíces, mientras espero escondida en un inútil silencio bajo esta obstinada lluvia fronteriza. Soy guardián del fuego en un mundo extinto. Ya fue... fue el final de la guerra, el final..., hace tiempo..., hace mucho... Fue el hastío en sus ojos, la mirada, el fugaz y nervioso desvío, la derrota en la frente... mi compañero... Fue entonces cuando se perdió, es ahora cuando lo recuerdo. Tarde, sí, tarde. Hoy por fin comprendo..., lo entiendo todo..., fue hace tiempo... Necesito excusarme en el arrebato de la confusión; puse manos a mis ojos, arropé mis oídos rotos por el estallido del
Muy Sra. Mía, Le escribo para comunicarle, que tiene usted derecho,... ¿he dicho derecho?, deber, quiero decir deber..., a guardar silencio, ya que cualquier cosa que diga, cualquier palabra que quede posada ya sea por descuido y aún por un tiempo mínimo en sus labios buscando salida (sea esta celebrada o no), podrá ser...,¿he dicho podrá?, de hecho quería decir, será (no con cierta probabilidad como un uno frente a una decena, sino con la mayor certeza; un uno frente a un uno), utilizada en su contra. Entienda que no le leo sus derechos (que usted ya debería conocer), por el sencillo hecho de informar, simplemente le insto a ello por mostrar la deferencia debida hacia otro ser humano... (como usted pretende ser aún), tal es mi carácter. De otro modo (y es así como será, porque así deben ser las cosas) usted pasará a formar parte (como cada quién, por una cuestión de orden y justicia y no son posibles las excepciones en estos casos), de la suma de útiles de entrenamient