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Número primo

Imposible también lo contrario. Como siempre. Hemos llegado a un callejón sin salida. Tú ganas, o eso crees. Ojalá sepas por qué has querido que lleguemos aquí, espero que tengas un plan. Sólo un no, sabes que es de cobardes.
El viaje de vuelta lo harás solo y tendrás que ir más rápido de lo que hayas podido imaginar. El tiempo contará más deprisa, tus piernas ya no sabrán cómo aguantar el peso de arrastrarme.
Piensa si algo significa algo.
Tendrás que regresar. No sé en qué me habré convertido; seguro que entonces tampoco seré una geisha.
Algún día tu boca querrá decir algo más...
¡Qué las llamaradas y el silbar del oxígeno no apaguen tu voz!
Para entonces tú serás sólo una imagen más, sin significado, una carta sin marcar en la baraja.
Deseo que entonces alguien te escuche, que alguien quiera conocer tu historia. No será la mía.
No lloraré. Mis ojos sólo verán un horizonte tan estéril como ajeno.


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Tinta

Hay a quien aterra la hoja en blanco... Negra como el ala de un cuervo... Negra es la incertidumbre, espesa y negra la tinta de esa ingente maraña que se arremolina y vuela errante entre las curvas alteradas de mi cerebro confundiendo mi cordura. Letras de noche, bestial y demente la pesadilla que fluye incontenible con aquello que no se puede sujetar. Mudas y sucias historias informes desbordan a borbotones el hueco infinito; pluma oscura que no consigue cerrar los pesados parpados del día. La amable locura se agolpa ingenua. Sin duda, lo conocido, el espectro del insondable océano de monstruos, es lo que debo aprender a ahuyentar. Sí, quizá entonces yo también tema la hoja en blanco, será ese el día en que vuelen ligeras mis pesadas extremidades cargadas de espesa tinta. Habrá llegado el ligero día con rumor de sábanas blancas que, lentas, se deslicen y arropen las limpias líneas cursivas que pueda temer no hallar.

Todo parecido con la ficción es pura coincidencia

Si escucharas a la bestia... No entiendo de qué me estás hablando, no sé si aún arrastras frases con sentido o sólo reverberan tus palabras rebotando asustadas en las elásticas paredes de mi cuarto. Algo sobre el miedo y la imposibilidad de mantener en calma mi mente, de poderla guardar en un lugar seguro y conocido. Algo de eso entiendo, sí, de verdad lo entiendo, aunque en este momento sólo puedo fijar mi atención en el lugar donde siento, el lugar llamado Tus dedos. De verdad, intento seguir el hilo de tu pensamiento, permanecer aquí y no distraerme. Puede que me hables a mí o quizá sean excusas y, no sé si me importa pero, también siento que me voy una y otra vez distraída tras tu huella, esa pluma grabada de líneas curvas que se cruzan me encontró hace tiempo. Tu índice relajado alrededor de mi ombligo peina a contrapelo, rozando apenas (sé que con fingido descuido) mi piel. Tienes que saber que ha sido él quien ha hecho que se dispare mi pulso y ahora me arrastra a un l