Ir al contenido principal

El otro

Hay algo que pelea por salir. A ratos me arrastra, y si me abandono, me eleva.
Mi piel se estira hasta lo imposible por contenerlo.
Busca mi impaciencia, la puerta de mis deseos para salir y amarme; tumbarme de anhelo, robarme el oxígeno y envolver mi cerebro.
Duerme un rato, descansa, desaparece. No es el momento de atravesar la espesa bruma.
Siento el frío y la humedad como cuchillos de hielo hundiéndose despacio en mi piel, rasgando con furia mi carne, y distingo cada uno de los cristales de sal ahogando las visiones de lo perfecto.
No me confundes, y no seré yo quién ahora me traicione. Vete, persigue lo posible en cuerpos impacientes.
Es desasosiego, es cobardía; más, es terror. No lo niego.
Sólo puedo decir que no. Aún no puedo, más que apenas, esbozar la tibia oscilación de tu aliento.

Comentarios

  1. Tú también deberías buscar un hueco en tu densos días para escribir, soltar lastre. Escribir cosas tan bonitas como este texto, tan exorcizante, exorzi...esorci... :D

    ResponderEliminar
  2. Algunos demonios son imposibles de exorci... exort... ¡eso!

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

Tinta

Hay a quien aterra la hoja en blanco... Negra como el ala de un cuervo... Negra es la incertidumbre, espesa y negra la tinta de esa ingente maraña que se arremolina y vuela errante entre las curvas alteradas de mi cerebro confundiendo mi cordura. Letras de noche, bestial y demente la pesadilla que fluye incontenible con aquello que no se puede sujetar. Mudas y sucias historias informes desbordan a borbotones el hueco infinito; pluma oscura que no consigue cerrar los pesados parpados del día. La amable locura se agolpa ingenua. Sin duda, lo conocido, el espectro del insondable océano de monstruos, es lo que debo aprender a ahuyentar. Sí, quizá entonces yo también tema la hoja en blanco, será ese el día en que vuelen ligeras mis pesadas extremidades cargadas de espesa tinta. Habrá llegado el ligero día con rumor de sábanas blancas que, lentas, se deslicen y arropen las limpias líneas cursivas que pueda temer no hallar.

Todo parecido con la ficción es pura coincidencia

Si escucharas a la bestia... No entiendo de qué me estás hablando, no sé si aún arrastras frases con sentido o sólo reverberan tus palabras rebotando asustadas en las elásticas paredes de mi cuarto. Algo sobre el miedo y la imposibilidad de mantener en calma mi mente, de poderla guardar en un lugar seguro y conocido. Algo de eso entiendo, sí, de verdad lo entiendo, aunque en este momento sólo puedo fijar mi atención en el lugar donde siento, el lugar llamado Tus dedos. De verdad, intento seguir el hilo de tu pensamiento, permanecer aquí y no distraerme. Puede que me hables a mí o quizá sean excusas y, no sé si me importa pero, también siento que me voy una y otra vez distraída tras tu huella, esa pluma grabada de líneas curvas que se cruzan me encontró hace tiempo. Tu índice relajado alrededor de mi ombligo peina a contrapelo, rozando apenas (sé que con fingido descuido) mi piel. Tienes que saber que ha sido él quien ha hecho que se dispare mi pulso y ahora me arrastra a un l