Hoy mis dedos han
amanecido eléctricos y se cargan al menor roce. Exaltados, le han gritado a mi
lengua que no se demore, que esboce tu boca. Minuciosos, dibujan tu piel de
tímidos trazos, de espirales lentas e insinuantes que te van intuyendo.
Hipnotizados, se entretienen sin apenas presionar; aún algo desorientados,
vacilantes, a la espera de la segura e indiscutible llamada.
Ríndete, hoy estás perdido.
Estos desordenados y
galvánicos apéndices, solos o en compañía de otros, se impacientan llegando a
tu preciosa visera, se agitan cuando interpretan que sólo queda dejarse caer,
resbalar y de ahí... Entonces, rubrican tu pelo de un movimiento rápido, y el
aire se inflama, y encendido empieza a inventarte; celebra que arremete, y que
por fin te abate.
Ríndete, hoy estás perdido.
Por que mis dedos no
entienden de kilómetros imposibles, de abismos en el tiempo, de diabólicos
silencios. Ellos recuerdan mucho mejor que yo; te imaginan mejor que tú, y se
crecen con el ansia. Como una brújula extraviada han perseguido firmes el norte;
intuyeron que aguardas ahí, y su anhelo te
ha encontrado. Tu férrea voluntad, hoy, cayó vencida; de una vez y para siempre. Al fin te conquistó el deseo.
¿Y yo? Aquí, harta de
tamborilear.
Electrizante. Se oye el tumtum de los dedos.
ResponderEliminarAlguien ha estado de paseo... Si no fuera por ti, las estadisricas serían un encefalograma plano. Gracias por leerme, poeta.
ResponderEliminar