Ir al contenido principal

Eléctricos

Hoy mis dedos han amanecido eléctricos y se cargan al menor roce. Exaltados, le han gritado a mi lengua que no se demore, que esboce tu boca. Minuciosos, dibujan tu piel de tímidos trazos, de espirales lentas e insinuantes que te van intuyendo. Hipnotizados, se entretienen sin apenas presionar; aún algo desorientados, vacilantes, a la espera de la segura e indiscutible llamada.

Estos desordenados y galvánicos apéndices, solos o en compañía de otros, se impacientan llegando a tu preciosa visera, se agitan cuando interpretan que sólo queda dejarse caer, resbalar y de ahí... Entonces, rubrican tu pelo de un movimiento rápido, y el aire se inflama, y encendido empieza a inventarte; celebra que arremete, y que por fin te abate.

Ríndete, hoy estás perdido.

Por que mis dedos no entienden de kilómetros imposibles, de abismos en el tiempo, de diabólicos silencios. Ellos recuerdan mucho mejor que yo; te imaginan mejor que tú, y se crecen con el ansia. Como una brújula extraviada han perseguido firmes el norte;  intuyeron que aguardas ahí, y su anhelo te ha encontrado. Tu férrea voluntad, hoy, cayó vencida; de una vez y para siempre. Al fin te conquistó el deseo.

¿Y yo? Aquí, harta de tamborilear.

Comentarios

  1. Electrizante. Se oye el tumtum de los dedos.

    ResponderEliminar
  2. Alguien ha estado de paseo... Si no fuera por ti, las estadisricas serían un encefalograma plano. Gracias por leerme, poeta.

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

Tinta

Hay a quien aterra la hoja en blanco... Negra como el ala de un cuervo... Negra es la incertidumbre, espesa y negra la tinta de esa ingente maraña que se arremolina y vuela errante entre las curvas alteradas de mi cerebro confundiendo mi cordura. Letras de noche, bestial y demente la pesadilla que fluye incontenible con aquello que no se puede sujetar. Mudas y sucias historias informes desbordan a borbotones el hueco infinito; pluma oscura que no consigue cerrar los pesados parpados del día. La amable locura se agolpa ingenua. Sin duda, lo conocido, el espectro del insondable océano de monstruos, es lo que debo aprender a ahuyentar. Sí, quizá entonces yo también tema la hoja en blanco, será ese el día en que vuelen ligeras mis pesadas extremidades cargadas de espesa tinta. Habrá llegado el ligero día con rumor de sábanas blancas que, lentas, se deslicen y arropen las limpias líneas cursivas que pueda temer no hallar.

Todo parecido con la ficción es pura coincidencia

Si escucharas a la bestia... No entiendo de qué me estás hablando, no sé si aún arrastras frases con sentido o sólo reverberan tus palabras rebotando asustadas en las elásticas paredes de mi cuarto. Algo sobre el miedo y la imposibilidad de mantener en calma mi mente, de poderla guardar en un lugar seguro y conocido. Algo de eso entiendo, sí, de verdad lo entiendo, aunque en este momento sólo puedo fijar mi atención en el lugar donde siento, el lugar llamado Tus dedos. De verdad, intento seguir el hilo de tu pensamiento, permanecer aquí y no distraerme. Puede que me hables a mí o quizá sean excusas y, no sé si me importa pero, también siento que me voy una y otra vez distraída tras tu huella, esa pluma grabada de líneas curvas que se cruzan me encontró hace tiempo. Tu índice relajado alrededor de mi ombligo peina a contrapelo, rozando apenas (sé que con fingido descuido) mi piel. Tienes que saber que ha sido él quien ha hecho que se dispare mi pulso y ahora me arrastra a un l